La sonrisa de Mona Lisa

Y uno aprende... que los futuros tienen una forma de caerse en la mitad.  He estado todo el día pensando en este verso y un cierto halo de tristeza que me ronda por el alma me incrustaba la melancolía en mi ser. Como buena guerrera, me he rebelado y he borrado el signo menos que se apropiaba de mi corazón para recordar lo que hace mucho tiempo aprendí: Y uno aprende... que realmente puede aguantar, que uno realmente es fuerte, que uno realmente vale.  Por eso ahora sé que lo hermoso de esa caida es experimentar la sensación de volar.

Cuando dormimos nuestro subconsciente actúa, y soñamos. Pesadillas, sueños hermosos, sueños eróticos, sueños que rozan la realidad, sueños angustiosos, sueños en los que  vamos  desnudos, sueños en los que caemos al vacio y nos quedamos suspendidos en el aire. A veces creemos que no soñamos y otras veces pasamos por situaciones cotidianas en las que decimos: “esto lo he soñado yo”. ¿Pero qué pasa con esos otros sueños que tienen su máxima expresión en la adolescencia, momento en el que pretendemos comernos el mundo? ¿Qué pasa con esa típica frase hecha que dice; “lucha por tus sueños”?, ¿tenemos que seguir  pretendiendo durante toda la vida  que se cumplan? ¿Qué pasa si esos sueños no se cumplen en el plazo de tiempo impuesto por nuestro deseo?, ¿los debemos posponer? ¿Volvemos a soñar aunque la experiencia nos diga que los sueños no se cumplen?  Mientras luchamos por nuestros sueños conseguimos otras muchas cosas por el camino, que no apreciamos y nos hacen seguir siendo soñadores. Po