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Mostrando entradas de abril, 2013

SOY UNA SUPERMUJER. NO UNA SUPERHÉROE.

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Gina era la típica mujer fatal a la que todos deseaban. Esta reputación pesaba demasiado y no la podía perder. La mantenía a base de rojo carmín, una buena máscara de pestañas, una estrecha falda negra y unos tacones de infarto que marcaban el ritmo del  poder allá por donde pasaba. Hasta Willi, el ciego, podía intuir su presencia con solo aspirar esa mezcla de tabaco rubio y perfume del caro. Sin embargo, había mañanas en las que la resaca le traía  las ganas de morirse. El rímel le chorreaba con un cruel patetismo. Cogía un  frasco de pastillas y justo a tiempo pensaba en esa reputación a conservar. Sonreía, se lavaba la cara  y se tomaba un martini seco, sin aceituna y sin remover, así, a pelo que era como mejor se mitigaba la resaca. Luego lo llamaba para concederse el placer de escuchar su voz. Como respuesta  a ese "diga" profundo, masculino, seguro, espeso como la niebla; el chasquido del mechero y otra vez las ganas de morirse. Aquella mañana no volvió, com

COMO ENAMORARSE Y DESENAMORARSE EN UNAS CUANTAS LETRAS

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Y entonces ocurrió. Somos caprichosas como el orden aleatorio.  Somos la excepción a esa tópica frase que dice que "la realidad supera a la ficción". Somos la  excusa perfecta para una historia en la que el guapo, guapísimo, tiene la suerte de enamorarse de nosotras. Esa sonrisa debió estar prohibida. Esos labios no había foto que los soportara. Para colmo era gracioso, cariñoso, ingenioso y todos los -oso buenos que se conozcan. Escribía de miedo y siempre decía algo con sus letras que me hacían pensar que hablaba de mí. ---------------------------- Nos conocimos hace ya algún tiempo, en una conferencia en la que le pregunté: - ¿Cómo escribiendo tan bien lo breve,  lo haces tan  mal en tu novela? Yo que soy así de impulsiva, de bocazas, de kamikaze, no quise perder la oportunidad de hablarle y lo hice con la peor pregunta  del mundo. Él, muy educado, contestó que se alegraba de que me   gustara como escribía lo breve y que se entristecía porque no me había gus

EL TIPO AQUEL

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Siempre intento ver detrás de cada comportamiento humano algo que lo justifique, sobre todo cuando se trata de algo negativo. Es decir, cuando alguien me molesta porque sus actos son algo, medianamente o insoportablemente vomitivos, trato de  descubrir detrás de su pellejo cualidades que a simple vista son imposibles de descifrar. Esta praxis, como todas en la vida, a veces tiene sus excepciones y con algunas me he encontrado ya. Sin ir más lejos el otro día con el tipo aquel. Estábamos comiendo, en el restaurante "El fogón de Trifón", un surtido de croquetas que nos había recomendado el que supongo era el tal Trifón. Es cierto, como puede apreciarse en la imagen,  el salón es un poco pequeño; no tanto como para tener la sensación de que la rubia de al lado te esta metiendo la melena en tu plato, pero sí  como para escuchar el parlamento de  alguien que habla como si fuese el último humano en la faz de la tierra. Comedor de "El Fogón de Trifón" Ese último