La sonrisa de Mona Lisa

Hay cosas que pasan desapercibidas. Algunas de ellas son insignificantes y no alterarían el curso de la historia aunque fuésemos conscientes de que están ahí. Sin embargo otras son fundamentales para tener una perspectiva u otra de la misma vida, normalmente no las apreciamos y como decía John Lennon nos empeñamos en hacer otros planes. Cuando era pequeña y me preguntaban qué quería ser de mayor, mi lista era interminable: peluquera, actriz, monja, enfermera, médico, astronauta, maestra, ... Un poco después la lista comenzó a menguar porque los demás limitaban mis expectativas con sonrisas, gestos, palabras. Al final, yo misma creí que en la lista cabían un par de oficios si acaso. Ahora, cuando me pregunto qué quiero ser de mayor, me doy  cuenta de que ya lo soy y de que me dedico a lo que quiero, a lo que mejor sé hacer. Me dedico a algo con lo que no tengo un gran sueldo, ni un cuadro de honor, ni un ascenso en el sentido estricto de la palabra. Me dedico a algo con lo que soy fe

Años de posguerra. Cuatro niñas, la más pequeña con cinco años y se queda viuda  una de las mujeres de mi vida. Trabajo, consejos para que sus hijas sean buenas personas y ante todo la dignidad. Nadie desobedecía, Dolores era de armas tomar. Sobrevivir para trabajar y trabajar para sobrevivir. Imprescindible en la casa de una famosa familia de Granada, aventura madrileña y vuelta a Graná . A los cuarenta años enferma y el resto de su vida se cuida a golpe de sacrificio. La recuerdo como una mujer con carácter, activa, moderna de ideas para su tiempo, generosa. Recuerdo su risa sincera y su cuerpo garboso en combinación. Le gustaba enseñarnos su habilidad para tocarse la punta de los dedos de los pies sin dificultad y sin doblar las rodillas. De ella tengo la capacidad de resumir tres cajones del armario en uno, lo buenas que me salen las croquetas y un reloj. Se fue en silencio, digna, con sus cuatro niñas bonitas, sus yernos, sus nietos y nietas, biznietos y biznietas,  

Toda mi vida he estado esperando  que alguien se enamore de mí. Envidio a esas personas que tienen un enamorado en cada esquina, en cada época, en cada ciudad o en cada puerto. Por eso hoy día 14 de febrero, un día cualquiera elegido al azar, él se va a enamorar de mí por casualidad como pasan estas cosas del corazón. Todavía no sé su nombre pero suena a canción, todavía no sé qué aspecto tiene pero no  me da mala espina, todavía no me ha besado pero ya siento las  mariposas revolotear en mi estómago, todavía no nos hemos enfadado pero ¡menuda reconciliación!, todavía no nos hemos separado pero ya le echo de menos. Todavía no nos hemos encontrado pero os voy a contar nuestra crónica de amor. Nuestra historia es la típica de un cuento. Él me salvó y como no podía ser de otro modo le juré amor eterno. Hasta entonces era escéptica sobre este tipo de sentimientos aunque algo había intuido en las películas románticas, esas que tanto daño han hecho a la pura realidad porque la mayoría

Por fin un nuevo año lleno de oportunidad, de propósitos, de intenciones, de deseos. Este va a ser mi año, me decía a mi misma ayer justo antes de las doce mágicas campanadas que todos los años nos indican que nuestra vida está a punto de cambiar. Pero esta mañana hay algo que  me desconcierta, que no me cuadra , hay un dejavú, hay una reiteración pasada de moda que ya sucedió el año anterior y el otro y el otro. Por Dios que alguien pare el centrifugado de la lavadora, que alguien meta en la cárcel a quien ha llamado al timbre, que alguien me caliente los pies y que alguien, por lo que más queráis, pare la dichosa taza del váter. No sé si estoy mejor en la cama o en el sillón, pero ya que estoy aquí con esta luminaria de maravilloso y soleado día 1 del año nuevo, intentaré desviar esta presión craneal hacia el divertimento de ver la galería gráfica de la noche anterior. Me pregunto por qué nadie me aviso de que el rímel se había distribuido generosamente por los alrededores d