CRÓNICA DE AMOR

Toda mi vida he estado esperando  que alguien se enamore de mí. Envidio a esas personas que tienen un enamorado en cada esquina, en cada época, en cada ciudad o en cada puerto.
Por eso hoy día 14 de febrero, un día cualquiera elegido al azar, él se va a enamorar de mí por casualidad como pasan estas cosas del corazón.
Todavía no sé su nombre pero suena a canción, todavía no sé qué aspecto tiene pero no  me da mala espina, todavía no me ha besado pero ya siento las  mariposas revolotear en mi estómago, todavía no nos hemos enfadado pero ¡menuda reconciliación!, todavía no nos hemos separado pero ya le echo de menos. Todavía no nos hemos encontrado pero os voy a contar nuestra crónica de amor.

Nuestra historia es la típica de un cuento. Él me salvó y como no podía ser de otro modo le juré amor eterno.
Hasta entonces era escéptica sobre este tipo de sentimientos aunque algo había intuido en las películas románticas, esas que tanto daño han hecho a la pura realidad porque la mayoría tratan de:

Amores imposibles








  
 Amores ciegos








  Amores amargos






Nunca imaginé que yo tendría la suerte de vivir una historia de amor verdadera con cena romántica  incluida.

Nunca imaginé a un compañero de baile mejor

Nunca imaginé que  aquel 14 de febrero en el que todos los pronósticos eran desfavorables al amor iba a encontrar todas aquellas sensaciones concentradas en el rubor de mis mejillas, en el latir de mi corazón, en el temblar de mis piernas, en el tartamudeo de mis palabras, en mi  tacto tocando el cielo y en el enredo de mis dedos en tu cuerpo. Nunca imaginé que las lágrimas fuesen tan fáciles cuando no sabes como expresar la felicidad de ningún otro modo y tampoco imaginé que la sonrisa produce agujetas en la cara. Nunca imaginé que un día  tan ñoño como el de los enamorados sería mi día de suerte y ni se me pasó por la imaginación que un año después estaríamos casados, algo tan desfasado en aquella era adversa al compromiso.
Después llegó el día a día.  La vida que se había detenido en los primeros besos reemprendió la marcha. El color de rosa  se convirtió en verde esperanza. Aquello para lo que nos creíamos invencibles  nos atacó y nos hirió de muerte.
 Una mañana, después de hacer el amor, entre los despeinados besos te hice  una pregunta salada que resbaló  por el sudor de tu espalda: " ¿Cómo soy para ti?" En medio segundo me contestaste:
Después de aquello, como no podía ser de otro modo te convertiste en mi enamorado de cada esquina, de cada época, de cada ciudad y de  cada puerto.
Te convertiste en mi amor eterno y todo aquello nos daba la suficiente autoridad para escribir esta crónica de amor.

Comentarios

  1. El momento más romántico de una pareja es cuando se conocen, cómo se miran, cómo se hablan, me encanta preguntar cómo fue ese momento, excelente tu historia para este día.4

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