CUANDO TERMINAN LOS LIBROS

Dejé de leer cuando dejé de tener tiempo, luego tuve tiempo pero dejé de tener el hábito. 
Hace poco, la vida me demostró que el tiempo se mide de un modo diferente al ritmo de los relojes y eso me devolvió los hábitos: El hábito de ser optimista hasta la extenuación, el hábito de bailar, el hábito de ir a lugares a los que me da miedo llegar y también el hábito de leer. 
Leo libros que compro cuando olvido el que me ocupa en ese momento en el que se anuncia un retraso.
Leo libros que me escogen cuando entro en una librería.
Leo tres o cuatro libros al mismo tiempo, algunos se me resisten pero yo insisto y tras años de olvido los retomo.
Leo libros elegidos al azar porque me tienen que decir algo y me lo dicen y yo les hago caso aunque me de pánico lo que me están diciendo.
Y también he leído un libro que me ha hecho llorar. No es el mejor libro, incluso tiene erratas, no es la mejor historia, pero he podido  sentir cada músculo que se tensa en esa historia, cada suspiro que se da en unas cuantas frases, cada lágrima que emborrona el negro de la tinta y cada momento de tensión sexual que he deseado que finalizase en una estúpida historia romántica de esas que siempre digo que me han hecho mucho daño.


Al mirar al Will veía al bebé que había tenido en brazos, embelesada y llorosa, incapaz de creer que había creado a otro ser humano. Veía al niño pequeño que estiraba la mano en busca de la mía, al colegial que lloraba furioso tras pelearse con el abusón de la escuela. Veía los puntos vulnerables, el amor, la historia: Eso era lo que me pedía que extinguiera; al niño tanto como al hombre, todo ese amor, todas esas vivencias

Comentarios

  1. Un abrazo desde la distancia. No son kilómetros, son horas,son días ,son meses.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

MARCAR UNA DIFERENCIA

LA VOZ

DOS MIL CATORCE