La discusión más larga del mundo. II.


Aún me tenía que peinar mi madre cuando decidí ser bailarina. Era de las primeras cosas que quise y luche por conseguirlo. En pocos años ya  alababan mi talento, este no era gratuito, todos los días antes de ir al cole entrenaba los demi plié  y los grand plié, los jeté  Por la tarde asistía a  clase, en el conservatorio de danza, perdiéndome los juegos en el parque.
Con 12 años  todavía no tenía costumbre de leer prensa, pero aquel día, esperando al autobús que me llevaba desde el conservatorio hasta casa, alguien había dejado el periódico en el asiento de la marquesina. A pesar de  llevar mis libros del cole para estudiar un poco en el trayecto decidí cogerlo, lo abrí  y  lo hojeé hasta llegar casi al final donde había un gran anuncio que me estremeció e hizo que pegase un brinco de alegría. Mi sueño estaba allí; participar en un casting para un musical infantil, aunque había un problema. Era en Madrid.  Aún así, nadie se iba a interponer en mi camino, lo tenía decidido, iría a ese casting aunque ello supusiese una guerra mundial en casa, no fue fácil convencer a papá y a mamá pero como siempre luche  por lo que quería y lo conseguí.
Unos meses antes, unos amigos de la familia  se habían trasladado a Alcalá de Henares, tenían muchas ganas de que mi familia los visitase así que esta era la excusa perfecta.
El 11 de Marzo de 2004 era el gran día, nuestro amigo se ofreció a llevarnos,  cuando nos disponíamos a partir, el coche  no arrancó, rápidamente cambiamos de planes, iríamos en tren. Para no retrasarnos cogimos un taxi, dichoso taxista, no tenía cambio de veinte,  lo que nos entretuvo unos minutos, los justos para perder el tren, tendríamos que esperar al próximo. Nuestro amigo dijo – Ojala no surjan más imprevistos, vamos con el tiempo justo para llegar.
El tren llegó con puntualidad, ufff, menos mal. En el trayecto, debido a los nervios, no paraba de reír, reía, reía, reía. Lo siguiente que recuerdo es despertar en la cama de un hospital.
No sé cuánto tiempo había pasado. Solo sé que nunca  podré presentarme a un casting de bailarinas porque perdí mis piernas aquel día, solo sé que ya nunca reiré como lo hice aquel día; porque jamás he vuelto a ver a mi  madre, solo sé que maldigo aquel periódico, aquel coche averiado a aquel taxista que no tenía cambio de veinte.
Aún me tenía que peinar mi madre cuando decidí ser bailarina. Era de las primeras cosas que quise y luche por conseguirlo.

Comentarios

  1. Buenos, como vés siempre escribes la historia con el final pensado. Yo pienso que nada había predestinado, en nada influyó el taxista, ni el cambio de 20, ni el tren, simeplemente pasó porque en nuestra libertad se escogió una opción que resultó fatal. Nosotros con nuestas acciones y omisiones provocamos situaciones y estmos en disposición de decidir una cosa u otra, pero su resultado no depende de algo predestinado o escrito, sino de la manera o forma en que tu sepas hacer, no hacer, decir, etc..
    Gerardo.

    ResponderEliminar
  2. Antes de hacer algun tipo de comentario de esta segunda parte, te digo ¡¡ por fin Mariola¡¡ todos los dias abro el blog por si hay algo nuevo de que hablar, y será por las navidades que nos hemos dormido un poquito. Feliz año por cierto a todos.
    Al respecto de esta segunda parte, yo sigo insistiendo, en que toda esta historia era parte de su destino, quien tuvo la culpa de que el taxista no tuviese cambio? quien tenia la culpa de que el coche no arrancase?, mas bien, todo estaba predestinado en su vida que leyese el periódico, cosa que nunca hacia, casualidades?
    Seguro estoy totalmente convencida de que todo fue la casualidad de que todo es un entramado que tenemos todos y cada uno en nuestras vidas que se llama destino.

    ResponderEliminar
  3. Qué drama!!pero todo fue casual.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

MARCAR UNA DIFERENCIA

LA VOZ

DOS MIL CATORCE