LANTANIA

Érase una vez un país llamado Lantania.
Era un lugar fundado por los niños que habitaban en  la delgada línea que separa la inocencia y la edad adulta.
En Lantania no había noche y día, lo más parecido al amanecer y al ocaso eran las luces y las sombras. La sombra era una zona  inhóspita por el contrario la luz era una zona llena de actividad.
La existencia  en este lugar era placentera, se trabajaba en la siembra de  semillas que se buscan porque no se sabe cómo se encuentran. Nunca decaía el ánimo  y durante muchas cantidades de tiempo se excavaba para explorar  la tierra de las luces, mientras, se compartían risas, esfuerzos, dificultades, canciones,....
En la luz de Lantania no se consideraba opción aquello que perjudicaba a los demás. Se llamaba a las cosas por su nombre. Se hablaba de verdad porque la mentira existía tan solo en el lugar de las sombras. Se usaban todos los dones basándose en el honor y en el amor.
Un buen día alguien decidió dejar de buscar y descubrió las facilidades que le dieron los demás cuando argumentó que estaba enfermo. Otro día, uno de los ciudadanos no encontró ninguna semilla, jamás le había ocurrido y sintió   vergüenza, por lo que  robó una a su vecino, por supuesto nunca reconoció su error y mintió pese a que las lágrimas del que vivía a su lado eran dignas de compasión. Las sombras comenzaron a extenderse y algún iluminado, a quien no  llegaba la luz, se inició en la jefatura de las fragilidades. Y se hizo necesario el exilio a la zona de las sombras, no sin antes inventar una máquina extractora de semillas podridas que generaban electricidad.
Así pasaban los días, cuanto antes mejor, a  pesar de saber que cuando se vayan  serán  días perdidos.
Así se extendían las sombras, como ese chapapote  que perdura en las chisteras de los que reprochan.
Así se comenzaron a considerar opciones aquellas que contemplaban los daños colaterales.
Así se construyeron palacios de patas cortas y castillos que tras los muros ocultaban las miserias.
La luz se oscureció, la primavera hizo novillos y los habitantes de la zona de la oscuridad murieron de desesperanza. De aquella desesperanza a la que habían llegado al considerar opciones, de aquella a la que habían llegado al conformarse, de aquella a la que habían llegado por no ensuciarse.
Y colorín colorado Lantania se ha acabado.

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