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MARCAR UNA DIFERENCIA

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  Lo que hacemos marca la diferencia, y tenemos que decidir qué tipo de diferencia queremos hacer. Jane Goodall M i propósito en la vida es marcar una diferencia. Una diferencia hermosa, valiosa, que da paz, que eleva las relaciones, que reconcilia, que mira hacia dentro para parir hacia fuera. ¿Qué hago diferente? Impregno de hermosura la muerte. Juego a ganar-ganar. Siento compasión por el que juega a ganar-perder.  Amo lo que es "fácil" de amar. Y también amo lo que no quiero que el mundo sepa. Entiendo que la desgracia existe pero que ya que está aquí puedo elegir hacer algo valioso con ella. Me rio cuando quiero controlar lo que no se puede controlar. Cuando me asaltan pensamientos destructores digo "gracias, gracias, gracias" y le doy el protagonismo a mi alma. Amar, amar, amar Y mucho más que esto. ¿Cómo lo hago? Tomando la decisión de hacerlo y pagando todos los precios por ello. ¿Qué consig

LA VOZ

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  U no de los mejores inventos de la historia, para mí, es el GPS.  Aunque me encanta perderme y descubrir lo que me depara ese camino que he elegido, a veces se impone lo práctico y el GPS me indica seguro de si mismo la mejor ruta. Me pregunto quién, cómo, en qué momento esa información llega a la puñetera pantalla. Quién dibuja las carreteras del mundo mundial. Cómo se construye un camino entre Illora y Baiona en cuestión de segundos. Esto es lo que tiene ser una analfabeta digital, pero me da igual porque ahí está esa voz que me guía, que me dirige, que me orienta siempre después de que YO le diga hacia donde elijo ir. Ahora que he comenzado a escribir no me gusta la comparación que voy a hacer, pero como buena controladora quiero entender y para entender tengo que verlo y al mirarlo veo el símil perfecto con el  bendito GPS. El GPS, o su funcionamiento, o sus indicaciones, las comparo con la voz de mi alma. Aquí no hay pérdida posible  si la  escucho  y aunque me lleve por un cami

UN ANTES Y UN DESPUES

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E s emocionante salir de ese cuadrilátero cobarde en el que es fácil encarcelarse: "Yo  soy así, quien quiera bueno y quien no también". Por eso mi vida está llena de descubrimientos que son un antes y un después. Estoy de acuerdo con el  "Yo soy",  pero a partir de ahí todo está por descubrir. La curiosidad, encontrar, escuchar, aplicar  y emocionarme con lo que sucede es un después en toda regla. Por poner algunos ejemplos, fue un antes y un después para mí abrirle a Dios la puerta, ver "Lo imposible", leer "Cien años de soledad", atreverme a mirar honestamente mi interior, escuchar el silencio, mi interpretación de "Los miserables", conocer a Pablo D'ors, descubrir a Bisila Bokoko, encontrarme en la calle a María del Mar, aceptar lo que es como lo perfecto, ir a Taizé, y todo lo que mis ojos de niña pequeña curiosa y llena de vida encuentran y agradecen.

ENCANTADA DE CONOCERME

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N o sé cómo te suena el título de esta entrada, tampoco me importa mucho. Pero antes de hacer elucubraciones, me gustaría que entendieses que esto también va por ti. Cuando se dice eso de "tienes que quererte" , mi experiencia es que se suelta esta frase hecha desprovista de emoción y de consciencia. Por eso le he dado una vuelta a la frasecita y la he hecho mía.  "Estoy encantada de conocerme" y de estar conmigo-contigo. No se trata de que sea una patita fea y me convierta en cisne a fuerza de amarme sino de que me encanta el patito feo que llevo dentro y me encanta el cisne. Se trata de que esa fiera que me habita me da mucha información y que la gatita adorable que se contonea apaciblemente es el resultado de procesar la información de la bestia. Se trata de darle las gracias a la  juez y despedirla y darle todo el protagonismo a esa madre amorosa que AMA  reconociendo la parte más odiosa de sus hijos. Se trata de que al tropezar y caer me divierto muchísimo y me

HORE SHAKUL

S e echa de menos a la persona que se va. Para mí es una expresión que le da una forma objetiva a querer a alguien tanto que no puedes dejar de pensarla en el corazón. Algunas de esas personas vuelven, pero otras nunca más, a no ser a través de recuerdos que reproducen momentos vividos y sobre todo los minutos del día en el que se fueron.  Quiero creer y creo que la historia de esa persona que se fue es una historia hermosa a pesar de la ausencia. Pero no puedo dejar de preguntarme ese "Y si" que deja abierta la puerta a otra vida, una vida congelada en lo diminuto, en las risas, en unas zapatillas de bailarina y en un Instagram con  imágenes de otra belleza. Hoy es un buen día para mostrar aquí mis lágrimas, mi nudo en el pecho, mi garganta seca, ese tirón de las entrañas que prueba a arrancármelas. Es muy pequeña o ya muy grande, nunca lo sabré, para darle la responsabilidad de un "Y si". También para sentirla en ese 13:13 que no sé qué me quiere decir pero que se

TRES COLORES. NEGRO

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 C uando transitaba esa edad a la que califican de adolescencia, me pintaba la raya del ojo en negro. Una gran raya  de negro intenso que conseguía calentando  con  un mechero el lápiz de ojos. Vestía de negro. Y  me gustaba pensar que yo era diferente porque tenía el alma negra. No era mi negro adolescente el mismo que el del luto de mi madre o que el negro de las abuelillas en misa.  Mi negro era cañero y era negro desde las ocho de la mañana en el instituto hasta las doce de la noche del sábado en la discoteca Gamaba. Era conectar con las sombras de Alaska, con la indumentaria de The Cure, con una chupa de cuero o de plástico que daba el pego, con la lencería de blonda y transparencias, con el futuro o con la pena de las primeras rupturas amorosas. A estas alturas el negro es elegancia, es fiesta nocturna, es el color de estas letras y también el de una novela de crímenes por venganza. El color de todas esas emociones que no quiero sentir pero siento; el miedo, la rabia, la pena. Es

TRES COLORES. BEIGE

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 B eige es una palabra de origen francés que significa sin color, del color natural de la lana, gris amarillento. No me gusta este color. No me gustaba aquel vestido que me hizo mi madre con un trozo de tela que le sobró a ella de  hacerse una falda, tampoco me gusta la ropa interior  de este tono y al pensar en  aquella cartera del cole, de ese gris amarillento, la recuerdo siempre sucia. Hoy me he  reconciliado  con esta contradicción del "sin color"  porque  me resuena de un modo especial lo de "del color natural" En nuestro interior están todos los colores, por eso los reconocemos. En nuestra esencia somos todo, lo que nos gusta  que los demás vean y lo que no nos gusta, como unas bragas beige. Y entonces entiendo que es lo natural, que también es el color de mi alma. Y me reconcilio, y me acepto, y me reconozco y entiendo.