La discusión más larga del mundo.

Dedicado a mi amigo Gerardo.

Normalmente me levanto sobre las siete y media de la mañana pero el fin de semana desconecto el despertador y otras cosas. Aquel día era Lunes así que la noche del Domingo tuve que programar el reloj para que me despertase a la mañana siguiente, no tenía excusa para no levantarme ya que los dos días anteriores no había hecho ni el huevo,tendría toda la mañana ocupada en casa.

A las seis y media sonó el despertador aunque tenía mucho sueño di por sentado que era mi hora, me levanté y comencé a hacer cosas de lunes, aquel día estaba especialmente activa por lo  que termine antes de lo previsto, lo sabía, pero lo que me sorprendió era la hora que marcaba el reloj, no lo entendí hasta el martes por la mañana.

 Me había sobrado un ratito estupendo para hacer deporte, me  dispuse a caminar en la cinta andadora pero al comenzar miré por la ventana y pensé que era una pena desperdiciar aquel magnifico día, decidido, me fui a la calle, la ruta por la que elegí comenzar estaba cortada por unas obras. Cambio de planes, paseo  alternativo, evidentemente iba por la acera pero tuve que bajarme de esta porque unos vecinos la tenían ocupada con leña que estaban apilando en el interior de la vivienda, la calzada era bastante estrecha y un coche se aproximaba a toda velocidad tuve que dar un respingo hacía atrás para que no me atropellase y allí estaba, un gran socavón en el que inevitablemente me torcí el pie, que mala pata, ya no me podía levantar, me rompí el tobillo.

Los vecinos, los de la leña, corrieron en mi auxilio, al no poderme levantar uno de ellos fue a avisar a la ambulancia y el otro dijo la típica frase: "Para lo que podía haber sido", se refería a que el coche me podía haber arrollado.

Camilla, sirena, en media hora en la sala de espera del hospital, rezando para que me tocase el guapo médico que se apartó  justo en el momento en el que yo pasaba  por la puerta, ¡Guau!, me miró, me pellizco la nariz y me dijo -tranquila.

Tras una hora de espera, todo había merecido la pena al otro lado de la puerta, en la consulta, me esperaba el amor de mi vida.

¿Por qué me equivoque al programar el despertador?, ¿Por qué hacía un día tan sumamente bonito que me invito a salir a la calle? ¿Por qué estaba la calle cortada?, ¿Por qué aquellos ocurrentes vecinos estaban metiendo leña? ¿Por qué estaba él en la puerta?.

Bueno, vale, esto último si lo sé; eran las tres, hora de cambio de turno.

¿Será el destino la respuesta a estas preguntas, querido amigo?